En el exilio
El sexo y nuestra cultura
Sospecho que nunca una generación en la historia ha experimentado tanto cambio como el que nosotros hemos experimentado en los últimos sesenta años. Ese cambio es no sólo en las áreas de la ciencia, la tecnología, la medicina, los viajes y las comunicaciones; es sobre todo en el área de nuestra infraestructura social, de nuestros comunales códigos de valores.
Sensibles a la comunidad, más allá de nosotros mismos
Hace algunos años, fui demandado por un obispo en relación a un artículo que yo había escrito. Estábamos conversando en su oficina, y el tono alcanzó de momento cierta tensión: “¿Cómo puede Vd. escribir algo semejante?”, preguntó. “Porque es verdad”, fue mi brusca respuesta.
La ocultación de Dios y la oscuridad de la fe
Cuando al principio empecé a enseñar teología, soñaba con escribir un libro sobre la ocultación de Dios. ¿Por qué Dios permanece escondido e invisible? ¿Por qué Dios no se muestra sencillamente de un modo que nadie pueda cuestionar?
Nuestros hermanos musulmanes
Este no un es buen tiempo para ser musulmán en el mundo occidental. Mientras la violencia perpetrada por grupos islámicos radicales tales como ISIS, Al Qaeda y Boko Haram viene a ser más y más prevalente, un inmenso número de gente se está volviendo paranoide a propósito de esto e incluso abiertamente hostil hacia la religión del Islam, viendo a todos los musulmanes como una amenaza.
Falta de cofianza en uno mismo para la grandeza
Todos nosotros tenemos nuestras propias imágenes de grandeza en cuanto éstas atañen a la virtud y santidad. Por ejemplo, pintamos a san Francisco de Asís besando a un leproso; o a Madre Teresa acariciando públicamente a un mendigo agonizante; o a Juan Pablo II de pie ante una multitud de millones de personas a quienes dice cuánto las quiere; o Teresa de Lisieux diciendo a una compañera de comunidad que ha sido deliberadamente cruel con ella, cuánto la ama; o incluso la Verónica, icono de la escena de la pasión, que en medio de todo el temor y la brutalidad del camino de la cruz se abalanza a enjugar el rostro de Jesús.
Fe, duda, noches oscuras y madurez
En uno de sus libros sobre oración contemplativa, Thomas Keating comparte con nosotros una especialidad que usa ocasionalmente en la dirección espiritual. La gente viene a él, compartiendo cómo solían tener un vivo y sólido sentido de Dios en sus vidas, pero ahora se quejan de que toda esa viveza y confianza ha desaparecido y les ha dejado luchando con la fe y luchando por orar como solían hacerlo. Sienten un profundo sentido de pérdida, e invariablemente esta es su pregunta: “¿En qué me he equivocado?”. Keating responde: ¡Dios se ha equivocado contigo!
La Cristiandad y la fatiga de mediodía
Existe una opinión popular que sugiere que puede ser útil comparar cada siglo de existencia de la Cristiandad con un año de vida. Eso le situaría a la Cristiandad con 21 años de edad, una joven de 21 años, lo bastante crecida para mostrar una madurez básica, pero aún lejos de ser un producto acabado. ¿Qué grado de perspicacia tiene esta opinión?
La prenda sin costuras
Juan de la Cruz enseña que dentro de la espiritualidad y la moralidad no hay zonas exentas. En pocas palabras, no puedes ser santo o una persona de moral elevada si te permites una o dos excepciones. Por lo tanto, no debería permitirme el lujo de poner aparte algún defecto moral o hábito pecaminoso y verlo como sin importancia a la luz de mis cualidades positivas y de todo lo bueno que hago.
Marcharse primero
“Yo voy por delante a prepararos un lugar para vosotros”. Jesús dirige estas palabras a sus discípulos en sus últimos momentos según se sienta a la mesa y siente su tristeza en su incomprensión de su muerte, de su partida. Sus palabras son pronunciadas para consolarles y darles la seguridad de que no les va a abandonar. Es sólo que él marcha primero para prepararles un lugar y volver a encontrase con ellos de nuevo más tarde.
¿Cuándo desaparece la fe?
Cuando Friedrich Nietzsche declaró “Dios está muerto”, añadió una pregunta: ¿Qué clase de esponja se precisa para limpiar todo un horizonte?
Yo hago esta pregunta con frecuencia porque en el curso de mi propia vida ha habido una mengua sin precedentes en el número de personas que acuden a la iglesia con regularidad.
Completando el círculo – De los libros de cuentos a la espiritualidad
Mi primer amor fue la literatura, las novelas y la poesía. De niño, me encantaban los libros de cuentos, misterios y aventuras. En la escuela primaria, me hicieron aprender de memoria poemas y me gustaba el ejercicio. La segunda enseñanza me introdujo en una literatura más seria: Shakespeare, Kipling, Keats, Wordsworth, Browning. Como algo extraordinario, todavía leo libros de cuentos, historias de vaqueros del viejo Oeste, tomadas del anaquel de mi padre.