En el exilio
Una oración eucarística sobre un mundo que amanece
En la fiesta de la Transfiguración de 1923, Pierre Teilhard de Chardín se encontraba al amanecer en la soledad del desierto de Ordos en China, contemplaba cómo el sol iluminada con su luz naranja y roja el horizonte. Se sintió profundamente tocado humana y religiosamente.
Un obituario para un suicida
Cuanto más cambian las cosas, más permanecen igual. Este axioma tiene algo de verdad aplicado nuestra comprensión del suicidio. A pesar de todos los avances en la comprensión del suicidio, todavía hay toda una gran cantidad de estigmas en torno al suicida, uno de los cuales se relaciona con el cómo escribimos el obituario de un ser querido que muere de esta manera.
Hijos del cielo y de la tierra
“A falta del celo espiritual y de la sublime pureza de tus santos, me has dado, Dios mío, una simpatía irresistible por todo lo que se mueve en la materia oscura. Me reconozco al punto como un hijo de la tierra más que como un vástago del cielo”
Sanación – una teoría
Todos vivimos con heridas, malos hábitos, adicciones y defectos temperamentales que están tan profundamente y largamente arraigados que pudiera parecer que son parte de nuestra marca genética. Y así tendemos a vivirlos con una especie de desesperación tranquila en términos de estar algún día curados de ellos.
El valor y el poder del ritual
Hoy ya no entendemos el valor y el poder del ritual. Eso es más que una pérdida individual. Es el aire cultural que respiramos. En palabras de Robert L. Moore, hemos andado ritualmente “duros de oído”. Los efectos de esto se pueden ver por todas partes.
El Dios de nuestros deseos
Lo que descansa más profundo dentro de la fe auténtica es la verdad de que Dios es el objeto de todo deseo humano, sin importar qué terreno y pecaminoso pudiera a veces parecer ese deseo. Esto implica que todo lo que deseamos se contiene en Dios.
Virtud y pecado
Existe un axioma que dice: Nada se siente mejor que la virtud. Eso es muy cierto, pero tiene su contrapartida. Cuando obramos el bien, nos sentimos bien con nosotros mismos. En verdad, la virtud es su propia recompensa, y eso es bueno. Sin embargo, de sentirse virtuoso, pronto se puede pasar a sentirse farisaico. Nada se siente mejor que la virtud; pero el fariseísmo también se siente bastante bueno.
De ganadores y perdedores
Nuestra sociedad tiende a dividirnos en ganadores y perdedores. Desgraciadamente, no reflexionamos con frecuencia sobre la manera como afecta esto a nuestras relaciones mutuas ni lo que significa para nosotros como cristianos.
Acoger al forastero
En las Escrituras Hebreas, esa parte de la biblia que llamamos el Antiguo Testamento, encontramos un fuerte desafío religioso a acoger al forastero, al extranjero. Esto fue recalcado por dos razones: Primera, porque, en otro tiempo, el pueblo judío mismo había sido extranjero e inmigrante. Sus escrituras continuaron recordándoles que no olvidaran eso. Segunda, ellos creían que la revelación de Dios, casi siempre, nos viene a través del forastero, en lo que es foráneo a nosotros. Esa creencia era integrante de su fe.
Moralización amargada
Uno de los peligros inherentes a intentar pasar toda una vida de fidelidad cristiana es que somos propensos a volvernos moralizadores amargados, hermanos mayores del hijo pródigo, airados y celosos de la supergenerosa misericordia de Dios, amargados de que las personas que se descarrían y se pierden puedan acceder tan fácilmente a la mesa del banquete celestial.
El poder de Dios como impotencia
El novelista y ensayista francés Léon Bloy hizo una vez este comentario sobre el poder de Dios en nuestro mundo: “Parece que Dios se ha condenado hasta el fin de los tiempos a no ejercer ningún derecho inmediato de amo sobre criado ni de rey sobre súbdito. Podemos hacer lo que queremos. Él se defenderá sólo por su paciencia y su belleza”.