En pleno día
Los orantes, a esta hora interrumpen sus tareas, dan tregua a la fatiga, rezan con los salmos, se unen a toda la Iglesia en oración y reconocen al Señor, dueño del tiempo y de la historia.
A media mañana
El que cree no vive hora vacía, huérfana de la presencia divina, pero a su vez sabe apoyarse en la sacramentalidad que le ofrece cada hora en referencia a la vida de Jesús, el Maestro.
La noche
Podría parecer una contradicción que en Pascua, fiesta de la luz, del día sin ocaso, del dominio de la vida sobre la muerte, de Cristo resucitado, evoquemos la noche como icono pascual.
Al alba
En los relatos pascuales, una hora privilegiada es el amanecer, Muchos cristianos a esta hora rezan los Laudes, oración de la mañana, y con toda la Iglesia hacen especial memoria de dos momentos principales de la Historia de Salvación, la creación y la resurrección.
Los testigos
Para que algo pueda ser demostrado como verdadero debe contar con la declaración de, al menos, dos testigos. Si recordamos los pasajes evangélicos que dan noticia de la resurrección de Jesús, comprobamos que en muchos de ellos aparecen dos o más testigos.
El oído
Hay textos bíblicos que no es necesario explicar, pues con tan sólo escuchar el propio interior, su impacto es suficiente para sentir cómo la Palabra de Dios llega hasta las entrañas.
El tiempo nuevo
A la luz de las escenas de Pascua, se comprende que aquel primer día de la semana, Jesús no se quedó en el seno de su Padre, gozando de la intimidad entrañable, amorosa que tanto anhelaba, mientras caminaba por Galilea, Judea y Samaría.
La noche
Podría parecer una contradicción que en Pascua, fiesta de la luz, del día sin ocaso, del dominio de la vida sobre la muerte, de Cristo resucitado, evoquemos la noche como icono pascual.
Al atardecer
Es una hora señalada en los relatos de Pascua, es la hora en la que se huyen las sombras, la silueta se alarga, la tierra emite la luz recibida. Es la hora de la brisa, cuando Dios bajaba a pasear y a dialogar con Adán y Eva.
En pleno día
Los orantes, a esta hora interrumpen sus tareas, dan tregua a la fatiga, rezan con los salmos, se unen a toda la Iglesia en oración y reconocen al Señor, dueño del tiempo y de la historia.
A media mañana
El que cree no vive hora vacía, huérfana de la presencia divina, pero a su vez sabe apoyarse en la sacramentalidad que le ofrece cada hora en referencia a la vida de Jesús, el Maestro.