No te pierdas en cavilaciones (El ciempiés)
El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su madre: -Para andar, ¿qué pies debo mover primero?
Sal de ti mismo (El «nosotros»)
Iba el yo paseándose por la tierra, cuando -de pronto- se le cruzó el tú.
No huyas (Dentro)
Cierto día llegó al monasterio un joven peregrino a quien habían dicho que el Abad tenía el don de ciencia, de sabiduría y de consejo.
Arriésgate (El escultor)
El escultor contemplaba un tronco de madera noble que tenía delante y, entornando los ojos, descubrió en él, como al trasluz, una talla perfecta, y luego otra y otra…
Ocupa el último lugar (Sabiduría)
Cuando yo era adolescente, tenía la ambición de ser el primero en todo: quería ser el más guapo, el más listo, el más alto, el más rico, el más joven, el más bueno, el más sabio.
Busca a Dios «en persona» (La sed)
Un joven inquieto se presentó a un sacerdote y le dijo: -Busco a Dios. El ‘reverendo le echó un sermón, que el joven escuchó con paciencia.
No te pierdas en cavilaciones (El ciempiés)
El pequeño ciempiés sintió que debía lanzarse a caminar, y preguntó inquieto a su madre: -Para andar, ¿qué pies debo mover primero?
Sal de ti mismo (El «nosotros»)
Iba el yo paseándose por la tierra, cuando -de pronto- se le cruzó el tú.
No huyas (Dentro)
Cierto día llegó al monasterio un joven peregrino a quien habían dicho que el Abad tenía el don de ciencia, de sabiduría y de consejo.
Arriésgate (El escultor)
El escultor contemplaba un tronco de madera noble que tenía delante y, entornando los ojos, descubrió en él, como al trasluz, una talla perfecta, y luego otra y otra…
Ocupa el último lugar (Sabiduría)
Cuando yo era adolescente, tenía la ambición de ser el primero en todo: quería ser el más guapo, el más listo, el más alto, el más rico, el más joven, el más bueno, el más sabio.