6. CON ESPÍRITU EN MEDIO DEL MUNDO
Características de la Espiritualidad Laical
El laico se vive y se comprende a sí mismo corno ser humano desde su ser cristiano en el mundo.
5. Ciudadanos del mundo
Los laicos son aquellos cuyo ser cristiano y cuyas responsabilidades están «metidos» en la vida y en la trama del mundo. El mundo es lugar donde tiene que ser cristiano, tomando sobre sí las responsabilidades de la vida de los hombres de su tiempo y de la
4. Una espiritualidad sin horarios
Si en siglos pasados se pudo entender la vida cristiana como «fuga del mundo» para darse a la contemplación divina, en la actualidad es imposible.
3. A la búsqueda del Dios desconocido
El cristiano experimenta a Dios viviendo según las exigencias de la fe, meditando la Palabra revelada, participando en los sacramentos y en la vida de culto, comprometiéndose por la justicia y adhiriéndose a la voluntad de Dios.
2. La espiritualidad, ¿a la tintorería?
El cristiano no puede limitarse a la observancia de preceptos; sabe que está llamado a vivir plenamente la vida del Espíritu.
1. Busca a Dios en cualquier sitio
Nos hemos quedado con un mundo «desalmado» que consigue aplastar al hombre y le impide encontrarse consigo mismo.
A la escucha de la palabra.
Escuchar la Palabra es saber "prepararle el terreno". Es el lugar donde cae la semilla, el factor que determina su rendimiento o no.
VIVIR PARA DIOS: Dimensión política de la Espiritualidad Laical.
La tradición nos ha acostumbrado mal a asociar la. santidad con el monacato y muy poco con la praxis pública. Esta separación de competencias no es lícita.
En el encuentro con el otro, se produce la experiencia de Dios.
La experiencia de Dios se produce desde mi punto de vista cuando tenemos un encuentro con Otro, con Otros y se produce la experiencia de una relación, que se sitúa «más allá» de la propia experiencia.
VIVIR CON DIOS: VIVIR COMO MARÍA
Porque ella, como primera creyente, es parangón, espejo, haz que ilumina sobre el cómo de la existencia cristiana.
Transparentar en gestos y servicios lo celebrado y contemplado.
Así, para que lo sencillo y cotidiano no llegue a convertirse en rutina, es necesario celebrar, impregnar y envolver de trascendencia la sencillez y simplicidad de todos y cada uno de los momentos del día.