Los teólogos, siempre atentos al lenguaje para hablar de Dios, a veces no caen en la cuenta de que el lenguaje sobra cuando se habla de Dios. En su manera, en el fondo ingenua de referirse a la fe, enredada en palabras técnicas, dice que hay una fe ‘quae’, que es aquello en lo que creemos y la llaman fe objetiva; y una fe ‘qua’ que apunta a la calidad y la hondura con la que cada cual cree.
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Aprender a orar
Restaurar el cuerpo
El cuerpo ha de reflejar el silencio del alma, esencialmente religiosa; ha de ser llegar a ser, y cada vez más, lugar de la gloria de Dios; lugar de oración, y parte de nuestra relación de amor…
Un cuerpo iniciático
¡Comienza por tu cuerpo! ¡Buen consejo…!, aunque entiendo que puede ser el colmo para personas que viven ‘desencarnadas’. Cambiar el modelo de nuestro pensar el cuerpo puede ser oportuno; puede facilitar una inteligente pedagogía de recuperación. Dios nos quiere enteros, en cuerpo y alma (1 Ts 5,23; GS 3).
En el aire de Dios
Desde que el Concilio Vaticano II enumeró los ám¬bitos de nuestra educación cristiana, -coinciden con los ámbitos de nuestra salvación-, la manera de en¬tender y conducir la pedagogía hacia la interioridad, ha de cambiar.
Detener el tiempo
Hay que liberarse del sentido del tiempo, más bien de la sensación del tiempo y de la prisa, que lo acelera o lo retrasa. Y todo con un propósito más allá de una mera elaboración psicológica. Lo queremos hacer para estar con Dios, sin prisa y sin angustia.
Detrás de tu locura
Muchos pseudos-aspirantes únicamente parecen felices, no cuando están bien, sino cuando no advierten lo mal que están. Comentando al escritor Katka, un crítico literario afirmaba que Katka hablaba con la locura.
Certeza y seguridad
La fe es como la pantalla de gracia que Dios nos hace, para no ser destruidos por su gloria, antes de que nos capacite para afrontarla, ‘cara a cara’ (Ap 22,4), conociéndolo como es (Jn 3,2).
Ver en la oscuridad
Los teólogos, siempre atentos al lenguaje para hablar de Dios, a veces no caen en la cuenta de que el lenguaje sobra cuando se habla de Dios. En su manera, en el fondo ingenua de referirse a la fe, enredada en palabras técnicas, dice que hay una fe ‘quae’, que es aquello en lo que creemos y la llaman fe objetiva; y una fe ‘qua’ que apunta a la calidad y la hondura con la que cada cual cree.
Restaurar el cuerpo
El cuerpo ha de reflejar el silencio del alma, esencialmente religiosa; ha de ser llegar a ser, y cada vez más, lugar de la gloria de Dios; lugar de oración, y parte de nuestra relación de amor…
Un cuerpo iniciático
¡Comienza por tu cuerpo! ¡Buen consejo…!, aunque entiendo que puede ser el colmo para personas que viven ‘desencarnadas’. Cambiar el modelo de nuestro pensar el cuerpo puede ser oportuno; puede facilitar una inteligente pedagogía de recuperación. Dios nos quiere enteros, en cuerpo y alma (1 Ts 5,23; GS 3).
En el aire de Dios
Desde que el Concilio Vaticano II enumeró los ám¬bitos de nuestra educación cristiana, -coinciden con los ámbitos de nuestra salvación-, la manera de en¬tender y conducir la pedagogía hacia la interioridad, ha de cambiar.