La paz que vino a traernos Jesús no supone la ausencia de conflictos y sufrimientos; no es como la del mundo.

La paz que vino a traernos Jesús no supone la ausencia de conflictos y sufrimientos; no es como la del mundo.
A Dios sólo lo pueden ver los ojos de un corazón limpio que ha sabido ponerle en el centro del querer, del pensar y del sentir.
Dios sigue apostando por el hombre a través de su misericordia infinita demostrada, de forma desbordante, en su Hijo Jesucristo.
No podemos permanecer indiferentes ante el hambre y la sed de muchos hermanos nuestros, sobre todo cuando es la falta de justicia social la que provoca tales situaciones.
«Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra», Estas palabras forman parte del mensaje central de Jesús. No han sido amortizados por la historia posterior. El contraste con la realidad actual es evidente. Jesús no se apunto a la fuerza. Se apun
Las bienaventuranzas nos revelan un mundo al revés. Según ellas son felices los pobres y los hambrientos.
Son de dos clases: los que pertenecen a falsas religiones, y los que equivocadamente pretenden hablar en nombre Dios.
¿Dónde están los profetas que en otro tiempo nos dieron las esperanzas y fuerzas para andar, para andar?
La paz que vino a traernos Jesús no supone la ausencia de conflictos y sufrimientos; no es como la del mundo.
A Dios sólo lo pueden ver los ojos de un corazón limpio que ha sabido ponerle en el centro del querer, del pensar y del sentir.
Dios sigue apostando por el hombre a través de su misericordia infinita demostrada, de forma desbordante, en su Hijo Jesucristo.