Hace años tropecé, con esta nota telegráfica: "Thomas Merton: monje y escritor norteamericano". ¡Monje, escritor, norteamericano!, tres palabras que, unidas, aguzaban mi curiosidad.
Hace años tropecé, con esta nota telegráfica: "Thomas Merton: monje y escritor norteamericano". ¡Monje, escritor, norteamericano!, tres palabras que, unidas, aguzaban mi curiosidad.
El arte de morir se aprende durante la vida. Quien sabe aceptar las muertes que advienen, y muere una y otra vez, con belleza, con estilo, con amor, hará de su muerte un recuerdo imborrable, una obra de arte, patrimonio de la humanidad.
Escritores, literatos, buenos periodistas ha habido y hay muchos. Lo asombroso es tu biografía, y, más en concreto, tu itinerario espiritual. ¿Me permites recorrerlo contigo?
Eras creyente, y además católico. Lo confesabas con la misma naturalidad con que te identificabas revelando tu nombre y tu apellido. “Soy profundamente religioso”, dijiste tres años antes de morir, “y cada día más específicamente católico”.
Son bastantes los cristianos, especialmente agentes de pastoral, que en este tiempo de cuaresma tienen su retiro espiritual más o menos prolongado. Se retiran algún día, un fin de semana, o varios días de las actividades cotidianas, del ajetreo de la jornada, de la vida volcada en el trabajo profesional, en las tareas pastorales.
Para muchos jóvenes de hoy, la vocación es algo que afecta sólo a los que quieren ser sacerdotes.
La crisis de la vocación es muy preocupante, también en términos sociales y políticos, porque inhibe tres actitudes esenciales para la convivencia: la acogida, la gratitud y la gratuidad.
Dios debería estar interesado en no pasar desapercibido. Me atrevo a decirlo, como lo diría Job, o el Eclesiastés. Porque si Dios calla, ¿podrá el ser humano escucharlo? Si Dios se vuelve tan invisible, ¿podrá el ser humano encontrarlo? …
No deberían ir pasando las diversas Jornadas Mundiales de la Juventud sin que la Iglesia ofrezca respuestas válidas y viables a los interrogantes que la juventud mundial hoy nos presenta, aunque ellas y ellos no las formulen adecuadamente e incluso las olviden durante estas celebraciones.
Leí el relato de la creación y comencé a pensar en Dios de forma diferente. Se me ocurrió contemplarlo, no como Dios de actos religiosos, sino como un genio, una persona superexperta en matemáticas, en físico-química, en biología y anatomía, o en geología y oceanografía, o en astronomía, o en arte, no en novelística… Me resultó fascinante mirarlo de esta manera.
He leído el siguiente decálogo en una conferencia de Mons. Raúl Berzosa (Obispo auxiliar de Oviedo, España) y se lo ofrezco a los lectores porque puede sugerirles muy buenos pensamientos, sentimientos y comportamientos.
Si nos tomáramos la molestia de leer en el Antiguo Testamento todos los lugares en los que se habla de ‘justicia’ nos llamaría la atención la pluralidad de contextos y situaciones en que aparece y la diversidad de significados con que se hace uso de este término.