Algunas sentencias tuyas ya no te pertenecen, circulan anónimas por los libros y la gente las cita de memoria.

Algunas sentencias tuyas ya no te pertenecen, circulan anónimas por los libros y la gente las cita de memoria.
Tu vida fue una búsqueda, un reto, una provocación. Te llamaban ‘radical piadosa’ y ‘anarquista cristiana’.
Pasado ya un tiempo desde tu muerte, tus reflexiones siguen teniendo la misma frescura que el primer día.
La mayor desgracia de este mundo no es que haya impíos, sino que nosotros seamos unos cristianos tan mediocres.
Conferencia en video del Profesor José Luis Corzo en el Instituto de Vida Religiosa de Madrid.
‘Sólo hay un camino para identificarse con el pensamiento de Dios: la meditación diaria de la Biblia’
Escritores, literatos, buenos periodistas ha habido y hay muchos. Lo asombroso es tu biografía, y, más en concreto, tu itinerario espiritual. ¿Me permites recorrerlo contigo?
Eras creyente, y además católico. Lo confesabas con la misma naturalidad con que te identificabas revelando tu nombre y tu apellido. “Soy profundamente religioso”, dijiste tres años antes de morir, “y cada día más específicamente católico”.
Son bastantes los cristianos, especialmente agentes de pastoral, que en este tiempo de cuaresma tienen su retiro espiritual más o menos prolongado. Se retiran algún día, un fin de semana, o varios días de las actividades cotidianas, del ajetreo de la jornada, de la vida volcada en el trabajo profesional, en las tareas pastorales.
Para muchos jóvenes de hoy, la vocación es algo que afecta sólo a los que quieren ser sacerdotes.
La crisis de la vocación es muy preocupante, también en términos sociales y políticos, porque inhibe tres actitudes esenciales para la convivencia: la acogida, la gratitud y la gratuidad.
Tu vida tenía un especial encanto para todos, más si cabe para los jóvenes. Muchas veces te declaraste feliz. No obstante, qué pocos llegaron a alcanzar tu último secreto. Cierto día lo expresaste en cuatro