Durante la Cuaresma, el santo pueblo fiel de Dios acostumbra a entregarse con una mayor piedad y fervor, si cabe, a la preparación para celebrar, con un corazón renovado, las fiestas de Pascua. En muchas de nuestras Iglesias, los viernes de Cuaresma, especialmente, la gente reza el Via Crucis, siguiendo las estaciones que acompañan a Jesús hasta el calvario, uniéndose a su dolor y a su pasión.
Artículos en:
Crisis financiera
4. Practicar las obras de Misericordia
«La misericordia de Dios no es una idea abstracta», dice Francisco. Lo decimos también nosotros, de muchas maneras, incluso en nuestras más populares expresiones: «Obras son amores… y no buenas razones», o con aquella otra que dice que «no es lo mismo predicar que dar trigo»…
3. Que la Palabra ilumine el camino
El Angelus de aquel Domingo de Pascua estaba abarrotado, como suelen ser todos los Angelus en este pontificado. Y ahí, en medio de la plaza de San Pedro, comienza un pequeño revuelo. Todo respondía a que al papa Francisco se le había ocurrido regalar a los asistentes unos evangelios. Con el regalo, una recomendación: «¡Léanlo todos los días!
2. Peregrinar hacia la Puerta Santa
Comenzar un Jubileo es emprender un camino. La Iglesia nos invita a hacer una verdadera peregrinación. Un itinerario a realizar de acuerdo a las propias fuerzas de cada uno. Lo importante es salir de donde estamos y dirigirnos hacia la meta anhelada. El Jubileo es, antes que nada, un viaje interior.
1. Tomarse «en serio» el Jubileo
Francisco nos invita a tomarnos en serio este tiempo Jubilar que se abre ante nosotros. El Papa nos anima a vivirlo como algo realmente especial. No vale hacerlo de cualquier manera. Es una invitación, sí, pero, a su vez, es una llamada. Una llamada que él ve como una urgencia, pues «hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre»(MV 3).
10 cosas que el papa Francisco te propone para el año de la Misericordia
En el primer Angelus después de su elección, amplificado a todo el orbe a través de los medios de comunicación, el papa Francisco contó, con esa cercana complicidad pastoral que le caracteriza, que había leído un libro del cardenal alemán Walter Kasper, titulado La misericordia, que le había hecho mucho bien.
6. Conversión
El año santo jubilar, en el fondo, es una gran invitación a la conversión. Francisco ya nos había hablado de una necesaria «conversión pastoral» en la Evangelii Gaudium. Sin duda esta es necesaria en la Iglesia, en nuestras obras, en nuestro quehacer. Pero no puede haber una verdadera conversión pastoral si no hay antes una verdadera conversión personal.
5. Vivir la Cuaresma de una forma especial
Durante la Cuaresma, el santo pueblo fiel de Dios acostumbra a entregarse con una mayor piedad y fervor, si cabe, a la preparación para celebrar, con un corazón renovado, las fiestas de Pascua. En muchas de nuestras Iglesias, los viernes de Cuaresma, especialmente, la gente reza el Via Crucis, siguiendo las estaciones que acompañan a Jesús hasta el calvario, uniéndose a su dolor y a su pasión.
4. Practicar las obras de Misericordia
«La misericordia de Dios no es una idea abstracta», dice Francisco. Lo decimos también nosotros, de muchas maneras, incluso en nuestras más populares expresiones: «Obras son amores… y no buenas razones», o con aquella otra que dice que «no es lo mismo predicar que dar trigo»…
3. Que la Palabra ilumine el camino
El Angelus de aquel Domingo de Pascua estaba abarrotado, como suelen ser todos los Angelus en este pontificado. Y ahí, en medio de la plaza de San Pedro, comienza un pequeño revuelo. Todo respondía a que al papa Francisco se le había ocurrido regalar a los asistentes unos evangelios. Con el regalo, una recomendación: «¡Léanlo todos los días!
2. Peregrinar hacia la Puerta Santa
Comenzar un Jubileo es emprender un camino. La Iglesia nos invita a hacer una verdadera peregrinación. Un itinerario a realizar de acuerdo a las propias fuerzas de cada uno. Lo importante es salir de donde estamos y dirigirnos hacia la meta anhelada. El Jubileo es, antes que nada, un viaje interior.