Una vez más se demuestra que Dios escoge lo débil del mundo para confundir a los fuertes.

Una vez más se demuestra que Dios escoge lo débil del mundo para confundir a los fuertes.
’Señor, déjala todavía este año, yo cavaré alrededor, y le echaré estiércol, a ver si da fruto, si la cortas’.
“El Señor es compasivo y misericordioso”
Los humanos solemos errar en la valoración de las personas y de los sucesos.
Hoy se nos revela la fuente de la paz, de la serenidad, de la felicidad.
Hay frases con las que no se puede especular, son contundentes, directas, claras, incisivas.
El agua evoca el bautismo. Esta mediación sacramental, por humilde que sea, concede el don de la filiación divina y limpia los pecados. Se podría considerar cómo la providencia de Dios se vale de lo pequeño, de lo humilde, como una sierva extranjera, o del agua de un pequeño río. Pero en el contexto cuaresmal, las lecturas señalan la noche de Pascua.
Hay textos bíblicos que se comprenden mejor si se leen en un entorno más amplio. Aunque pueden tener un sentido literal, se abren a un significado espiritual más hondo. El pasaje del Evangelio en que se describe el encuentro de Jesús con la samaritana, es uno de los ejemplos más emblemáticos
¡Qué distinto es el Dios revelado de la proyección que podemos hacer de Él basándonos en nuestra imaginación! Nunca comprenderemos hasta qué punto ama Dios a su criatura. Hasta ha sido capaz de morir por ella.
Hay historias que no se comprenden hasta que se ve, al final, el desenlace. Desde la cumbre del camino espiritual, lo que se creía desgracia, pasado el tiempo, se descubre como hecho providente.
La concordancia de las lecturas nos señala dónde buscar la felicidad. La dicha y la bienaventuranza nos acontecerán si confiamos en el Señor y si hacemos oídos sordos a las insinuaciones del Tentador, o de aquellos que viven de espaldas a Dios.