El propósito de la Cuaresma es confrontarnos con nosotros mismos de un modo consciente y decidido.
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Cuaresma
14. M. Basil Pennington, O.C.S.O.: Choque de voluntades
Quiero que se haga mi voluntad. Generalmente no tentemos la audacia de decírselo al Señor. Pero seguramente no nos gusta lo que Él parece decir, o hacer, o permitir que se haga. Y no nos gusta decir: “Hágase tu voluntad”.
15. Meister Eckhart: La verdadera conversión
El verdadero arrepentimiento es acercarse a Dios con amor y afrontar como es debido lo que has hecho.
10. San Francisco de Sales: Santa Soledad
Siempre recuerda retirarte a menudo a la soledad de tu corazón incluso cuando estés envuelto en debates y actos sociales.
11. M. Scott Peck: Confesión comunitaria
Pensamos en la confesión como un acto que debería hacerse en secreto, la realidad es que todo ser humano está roto y es vulnerable.
12. Edith Stein (Santa Teresa Benedicta de la Cruz, O.C.D.): Que se haga tu voluntad
“Que se haga tu voluntad”, en su plena extensión, debe ser la guía de la vida cristiana.
Miércoles cuarto de cuaresma
El nuevo nacimiento viene del agua y del Espíritu; la gracia de la filiación divina, por adopción, se concede en el bautismo, por el que se nos permite invocar a Dios como Padre, fuente de la mayor alegría.
Martes cuarto de cuaresma
Los árboles que permanecen junto a la corriente del manantial del santuario se mantienen con fruto y no se marchitan sus hojas; quienes se acercan al Señor y beben del agua que Él nos ofrece, sacian enteramente su sed.
Lunes cuarto de cuaresma
Ante la perspectiva de la Pascua que se acerca, las lecturas de hoy siguen llamándonos al gozo. “Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Habrá gozo y alegría perpetua. Voy a transformar a Jerusalén en alegría” (Isa 65, 17).
Vocación Iluminada: Cuarto Domingo de Cuaresma
La Eucaristía donde recibimos una nueva lección de Jesús: Que él es la Luz que viene a iluminar nuestra vida sacándonos de las tinieblas de la ignorancia y del sin sentido.
Caminando en Cuaresma: Cuarto domingo.
Quien se resiste al perdón no llega a conocer el amor de Dios, crece en un subjetivismo nocivo, se endurece, huye del propio conocimiento, busca los defectos de los demás, se incapacita para pertenecer a la comunidad, se vuelve juez inmisericorde, se convierte en pretencioso, piensa que es invulnerable, puede llegar a enloquecer.