El amor conyugal tiene que pasar la prueba del tiempo para hacerse adulto.

El amor conyugal tiene que pasar la prueba del tiempo para hacerse adulto.
Escribo estas líneas el día de San Valentín, fiesta de la amistad, el día de los enamorados.
Llevamos treinta años de democracia. Parece que no hemos aprendido nada.
La celebración de la fiesta litúrgica de la sagrada familia solía pasar bastante desapercibido. Entre Navidad y Año Nuevo la fiesta quedaba aprisionada como un bocadillo.
La relación conyugal es un camino que está hecha de sentimiento y pasión; de fascinación y decisión. Es un camino creciente de fidelidad, fecundidad y felicidad.
Una reflexión sobre el tipo de educación que podemos estar dando a nuestros hijos.
Una tarea que conlleva una buena dosis de responsabilidad, que cada uno tiene que asumir como propia.
Éste es un asunto complejo. Tiene una viva vertiente humana. Y una no menos viva dimensión eclesial.
Este año los padres vamos a tener que hincar los codos y aplicarnos de lo lindo.
Aparentemente todo es igual: hasta las invitaciones y el banquete, los vestidos.
Aparentemente todo es igual: hasta las invitaciones y el banquete, los vestidos.