Cuando los estudiantes tienen un examen, les gustaría conocer de antemano las preguntas, para prepararse mejor. Los exámenes dan miedo, aunque te hayas
preparado bien.

Cuando los estudiantes tienen un examen, les gustaría conocer de antemano las preguntas, para prepararse mejor. Los exámenes dan miedo, aunque te hayas
preparado bien.
Dios es amor. Y quiere que todos se salven. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar ese amor? ¿Por qué, a veces, como a los contemporáneos de Jesús, nos parece mal que la salvación llegue a todos? Tenemos nuestra idea de la salvación y de los salvados.
Todos hemos asistido a alguna boda. El ambiente es de alegría, la gente participa de un proyecto nuevo de vida, y se nota. Eso en el “mundo”. En nuestra vida espiritual, sabemos que la Iglesia ha encontrado a su Esposo, vivimos en una boda permanente, porque Jesús nos ha elegido.
Quizá está reciente todavía la alegría de la Navidad. En Navidad comienza todo, y nos preparamos durante cuatro semanas. En la Pascua cobra sentido toda nuestra vida cristiana. Merece la pena prepararse.
La Cuaresma nos prepara para la Pascua. Que, como sabemos, no es una cosa demasiado bonita. Desde el principio, la Liturgia nos va marcando el camino. Jesús no engaña. Ni oculta la verdad.
La propuesta de fraternidad de Dios supera cualquier previsión. «Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido», nos dice en la primera lectura de hoy. Será la voluntad de Dios la que establezca los límites de la fraternidad.
Es una buena pregunta. Criticamos y nos espantamos de lo malos que eran los labradores. Asesinos. Pero tontos no eran. Entendieron que las palabras de Jesús iban dirigidas a ellos. Y, además, eran prudentes. No atacaron a Jesús, por miedo a la gente.
Esta parábola de los cinco hermanos nos recuerda lo simples que pueden ser las cosas. No cuesta nada hacer el bien a los demás. Pero, para eso, hay que estar
atento. Si vives solo para ti, no te das cuenta de lo que pasa cerca de ti.
A los Discípulos les pasaba lo que a nosotros. Tanto tiempo con Jesús, y no le conocían. No entendían nada. Eso del servicio, debían pensar, no iba con ellos. A lo suyo. Yo más que tú. Quítate tú para ponerme yo.
Decir y hacer. El eterno dilema. Todos tenemos muy buenas intenciones, como, por ejemplo, a principio de año, pero el tiempo pronto nos recuerda lo inconstantes que somos. También en Cuaresma se pueden hacer propósitos, todos muy buenos.
Después de regalar el Padrenuestro a sus Discípulos, Jesús siguió profundizando en el sentido de su mensaje. Y. cuanto más habla, más difícil parece hacer lo que Él nos pide. Por eso, seguramente, la Iglesia nos ofrece cada año este tiempo de Cuaresma.