Jesús no defrauda nunca. Muy al contrario, cuanto más se le conoce y se le trata, cuanto más se cree en su Amor y se le ama.

Jesús no defrauda nunca. Muy al contrario, cuanto más se le conoce y se le trata, cuanto más se cree en su Amor y se le ama.
Es la perfecta cristiana, la seguidora y discípula de su Hijo. Por eso, se convierte, para todos, en modelo y principio activo de seguimiento evangélico, de fe y de docilidad.
Jesús es la personificación de la libertad, de la nobleza, del equilibrio y, sobre todo, del Amor.
La praxis de la vida comunitaria consiste en ir entretejiendo, sin desfallecimiento y sin descanso, una red de relaciones interpersonales, cada día más profundas, que mantengan a las personas en mutua abertura y en mutua comunión.
Sobre todas las formas de vida consagrada, sigue pesando todavía un excesivo juridicismo, que ahoga a veces los mejores impulsos del espíritu.
Pablo VI, hablando de la obediencia religiosa, señala lo que podríamos llamar tres excepciones a la misma obediencia.
Cuando nos dirigimos al Padre del cielo, ¿somos plenamente conscientes de las deudas contraídas con él?; ¡…si nos condonara esas deudas…!
Las riquezas que arrancamos del fondo del lago tienen una finalidad sublime: ayudar a nuestros hermanos.
El ser humano necesita el pan para vivir; y algo más: tender el oído hacia Dios, aceptar su palabra e incluso comerla.
Las riquezas de los magos se convierten en don-regalo hecho a un pobre perseguido, acechado por la muerte ya desde la cuna.
No voy a hablar de la pobreza o de la riqueza en sí, sino de la pobreza o de la riqueza de los religiosos.