La fascinante belleza de un primer minuto de oración

La fascinante belleza de un primer minuto de oración
Y tú en el centro de esa penumbra, de ese misterio, ajeno a todos los ruidos y pasos perdidos de quien va y viene, esperas…
La infancia espiritual que proclama Jesús en el evangelio, es más que una ‘infancia’, propia del que ‘no habla’ (in-fans, eso significa); es una manera nueva de definir el silencio mental.
No busques, pues, sensaciones ni experiencias de Dios. Te basta creer y dejarte en sus manos… Así se es orante y se crece.
La oración tiene que definirse también por la forma en que el hombre se abre, libremente, des-condicionadamente, des-apropiadamente, pobremente, al don de Dios, al Don, que es Dios.
El orante se esconde en esa corriente esencial y misteriosa de Jesús con su Padre, y en ella va siendo transformado en hijo, silenciosamente, sin saber cómo. La oración es el clamor amoroso de Cristo Jesús hacia su Padre
El amor no puede funcionar desde la cabeza. La mente, la cabeza, sólo puede analizar, cortar, separar, atomizar…
Ten misericordia de mí, Dios mío. Cuando huyo de la oración no quiero huir de ti, sino de mí, de mí superficialidad. No quiero escaparme de tu infinitud y santidad sino de la desolación del mercado vacío de mi alma…
El fondo del hombre está obstando por su ego. Este es el obstáculo, la espesa colgadura o cortina que oculta en él la Presencia divina.
El hombre, la mujer de hoy, fallan en gran medida, al diseñar lo que significa y es una verdadera ‘realización’. En este caso, tampoco se sabe a dónde hay que orientarse. Hay una tercera dificultad, incluso entre personas que tienen relativamente claros l
La interioridad está relacionada con la persona misma de Jesús, hombre perfecto: de lo que se trata es de ‘transformarse en imagen de Jesucristo’